Para diseñar el aparato que les ha llevado a conseguir este éxito, los
McLachlan solo tuvieron que fijarse en lo que estaban haciendo con las
manos mientras pensaban en cuál sería su siguiente creación. Se
descubrieron a sí mismos apretando sin parar el botón del bolígrafo o
moviendo un pie compulsivamente, algo que casi todos hacemos de vez en
cuando y que, para muchas personas, resulta “inexplicablemente”.
Entonces se propusieron descubrir cómo podían utilizar la tecnología de
una manera simple para maximizar los efectos positivos que tiene
toquetear cosas mientras estamos concentrados en otras tareas.
Estos son los mecanismos del cubo de Rubik |