Además de asumir esa meta común, todos los firmantes del Acuerdo de París tienen que presentar planes de reducción de sus emisiones de gases de efecto invernadero, responsables del calentamiento global según el consenso científico. Esos planes nacionales de recorte de emisiones son voluntarios, es decir, no se imponen desde la ONU o la convención sobre cambio climático, sino que cada país presenta su programa y el objetivo de recorte al que se compromete a llegar. Esta fórmula se incluyó, entre otras cosas, para permitir que Estados Unidos se sumara al acuerdo. Y que no ocurriera como con el Protocolo de Kioto, que George Bush abandonó y que fijaba obligaciones de reducción de emisiones a sus firmantes.

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